Una dieta con menos calorías alarga la vida

MADRID.- Si se quiere mejorar el sistema inmunológico, reducir los niveles de inflamación del cuerpo, retrasar la aparición de enfermedades relacionadas con la edad y, en definitiva, vivir más tiempo, hay que ingerir menos cantidad de comida.
Esta es la principal conclusión de una investigación realizada en ratas que demuestra que una dieta con restricción calórica previene los efectos negativos del envejecimiento en las células.
Los resultados se publican en la revista Cell en un artículo que firman investigadores de la Academia China de Ciencias y del Instituto Salk en California (EEUU), entre ellos el español Juan Carlos Izpisúa Belmonte, del Laboratorio de Expresión Genética.
El envejecimiento es el factor de riesgo más alto para muchas enfermedades humanas, como el cáncer, la demencia, la diabetes o el síndrome metabólico, recuerda en un comunicado el Instituto Salk.
Los efectos positivos de la restricción calórica se conocen ya desde hace tiempo, están conservados a lo largo de la evolución y sus efectos sobre la longevidad se han demostrado en muchos animales de experimentación incluidos los primates, explica a Efe Izpisúa.
En este nuevo estudio se analizan células individuales de la mayor parte de los órganos y tejidos de la rata en distintos momentos de su vida y con varios regímenes de ingesta calórica, y se constata que intervenciones metabólicas como la restricción de calorías reprograman diversos párametros celulares y moleculares que desembocan en un rejuvenecimiento funcional, resume este científico.
Para llegar a sus conclusiones, se compararon ratas que comían un 30 % menos de calorías que otras con dietas normales; las dietas de los animales fueron controladas desde los 18 meses de edad hasta los 27 meses (en humanos esto sería equivalente a alguien que sigue restricción calórica desde los 50 a los 70 años, comiendo un 30-40 % menos).
Tanto al inicio como al final de la dieta, el equipo aisló y analizó un total de 168 703 células de 40 tipos en 56 ratas; que procedían de tejidos grasos, hígado, riñón, aorta, piel, médula ósea, cerebro y músculo.
En cada célula aislada, con tecnología de secuenciación genética unicelular, midieron, entre otros, los niveles de actividad de los genes y compararon animales viejos y jóvenes en cada dieta.
Tras estos análisis, el equipo demostró que muchos de los cambios que se produjeron a medida que las ratas de la dieta normal envejecían no se produjeron en los roedores con dieta restringida.
Incluso en la vejez, muchos de los tejidos y células de los animales con la dieta se parecían a los de las ratas jóvenes.
En general, el 57 % de los cambios en la composición de las células de los tejidos de las ratas que siguieron una dieta normal no se vieron en aquellas que comieron menoscalorías.
Algunas de las células y genes más afectados por la dieta se relacionan con la inmunidad, la inflamación y el metabolismo de los lípidos; los investigadores vieron que el número de células inmunes en casi todos los tejidos estudiados aumentó drásticamente a medida que las ratas con dieta normal envejecían, pero no en las otras.
El sistema inmune debe estar perfectamente regulado y en equilibrio y alteraciones del mismo, por defecto o por exceso, conducen a situaciones patológicas, recuerda el científico español.
Para Izpisúa, este trabajo pone de manifiesto que el envejecimiento es un proceso que se puede modular y que determinados cambios celulares y moleculares que llevan a una aceleración del mismo se pueden alterar, en este caso con restricción calórica.
La finalidad sería retrasar la aparición de enfermedades asociadas al envejecimiento: “el mayor factor de riesgo de cualquier enfermedad es el envejecimiento, así que el desarrollo de estrategias para enlentecer el mismo tendrá un impacto fundamental en el tratamiento de enfermedades”.
“Se dice que ‘eres lo que comes’ y estamos descubriendo que en cierto modo es verdad a nivel molecular y celular”, subraya por su parte Concepción Rodríguez-Esteban, también del Salk: “el estado de tus células a medida que envejeces depende claramente de tus interacciones con el entorno, de la epigenética, lo que incluye qué y cuánto comes”.
El equipo estudia ahora cómo trasladar toda esta nueva información a humanos y avanzar así en estrategias para incrementar la vida y la salud.

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